Durante los siglos XIX y XX combatir la diversidad cultural fue preponderante en los Estados nacionales para consolidar el Estado-nación entre poblaciones con fuertes sentimientos de pertenencia regional y con diversas culturas e identidades. En el siglo XXI, la diversidad cultural, considerada ahora como patrimonio de la humanidad, es objeto de políticas nacionales e internacionales de protección ante su debillitamiento por el impacto del consumo masivo de bienes promovidos por las grandes empresas transnacionales y los medios masivos de comunicación. Y, por tanto, se debate cuál debe ser el papel de la cultura en el devenir de los Estados nacionales, cuál deber ser el papel de éstos para defender y conservar su diversidad cultural, y cómo pueden usar y beneficiarse de tal diversidad.
En México, en el marco de las tensiones entre el gobierno federal, los movimientos sociales y los organismos multilaterales, enfrentamos una paradoja: hoy contamos con legislaciones que reconocen y defienden la diversidad cultural, y sin embargo, vivimos el despojo de los recursos naturales y culturales que padecen en diferente grado y modalidad la mayoría de los pueblos indígenas y campesinos del país, ¿cómo llegamos a ello? Es lo que vamos a ver en este texto.
Ficha bibliográfica:
2019, “De la cultura para la identidad, a la diversidad cultural para el desarrollo económico. Un cambio de paradigma en México”, en Mariana Portal (coord.) Repensar la antropología mexicana del siglo XXI. Viejos problemas, nuevos desafíos, México UAM-I y Juan Pablos Editor, pp. 151-198, ISBN UAM: 978-607-28-1729-6, ISBN Juan pablos Editor: 978-607-711-536-2.